sábado, 13 de noviembre de 2010

Pato al horno, versión 1.0.

Normalmente explicamos sólo lo que sale bien, pero creo que muchas veces podemos aprender todavía más de lo que sale mal.
Esta es la breve historia de una receta que he encontrado buscando en Google por pato al horno: una receta sencilla pero que probablemente por la torpeza del que aquí escribe se ha convertido en un plato de sabor poco agradable y en un asunto personal. Insistiré hasta que salga bien.



Como podéis ver, visualmente era resultón, pues bien, lo único que he bordado han sido las patatas al vapor que en honor a la verdad hay que decir que era imposible hacerlas mal.
Sobre el resto, os cuento lo que creo que ha ido mal, si alguien me puede ayudar con sus comentarios serán bienvenidos.
Primer error: el pato
Según la receta, se prepara en el horno a 200º durante 40 minutos (para una pieza de 1,5kg). Pues bien yo tan sólo tenía dos muslos (unos 400gr.) y le he dado el mismo tiempo y temperatura, por lo que aunque no ha quedado excesivamente seco....bueno sí estaba seco y cuanto más lo mirabas más se secaba, no sabía si usar el cuchillo o la sierra de calar...
Según la receta, había que ir bañando al pato en su jugo con una cuchara. Pues bien, como soy un hombre o baño al pato o hago la salsa y me he decantado por lo segundo (viendo el resultado, también me lo podía haber ahorrado). Por lo que veo el pato tampoco se ha sabido bañar sólo (los hacía más listos ;-)) y entre una cosa y otra el pato seco.
Para la versión 2.0. lo dejaré 20 minutos y lo iré bañando cada cinco minutos.
Segundo error: la salsa
Si lees la receta te imaginas una salsa dulce de naranja, casi confitura, con la corteza de la naranja caramelizada....pues nada más lejos de la realidad. Es cierto que con dos cucharadas de azúcar poco caramelo haces, de ahí viene la primera duda, ¿rasa?, ¿colmada?, ¿sopera?, ¿de postre?, ¿de café? yo me he decantado por sopera rasa. El resto de los ingredientes han sido también ligeramente modificados: el vinagre ha sido de Módena en cucharilla de postre, el caldo de verduras en vez de carne, en vez de una naranja y medio limón, han sido dos naranjas y un limón, y el resultado en vez de una exquisita salsa, una salsa que sólo sabía a corteza de naranja, tan amarga que cada vez que la tomaba, se me agujereaba el estómago, se me ponía la piel de gallina y los ojos se me ponían como a un chino (a esto último soy propenso ;-)).
Para la versión 2.0. incorporaré más azúcar, el limón lo dejare en medio limón y la corteza de la naranja la lanzaré bien lejos.
Resumiendo, que por mi savoir faire hemos comido lo peor en años, exceptuando unas maravillosas patatas al vapor que por el sabor y por el hambre, nos han sabido a gloria!
Si se os ocurre algo más que haya fallado ayudadme, esto no acaba aquí....;-)

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